sábado, 9 de abril de 2011

polvo o barro


Números, alegre cancioncilla que uno aprende cuando aún se come los mocos.

Sumar, restar, multiplicar y dividir.
Pequeñas operaciones, pequeñas pinceladas dentro de un mundo abstracto, cuya magnitud aún no alcanzamos a entender.

Girasol, Logroño, perro y Sol.
Conceptos básicos, definiciones preestablecidas que modelan nuestra forma de ver la vida.

Los tres cerditos, el niño Jesús y el "veo veo".
Juegos, cuentos con moraleja y un montón de juegos de mano que repetimos en el altar. Un modelo de conducta social, un pase VIP hacia lo divino e infinito.

Una clave de sol, unos acordes torpes y mucho dolor de dedos.
La puerta hacia lo bello y etéreo, la puerta donde se entrelazan cuerda y alma... donde la saliva cae cuando gritas "¡no es justo!", donde consigues arrancar un beso a Mari Paz, al compás de los Pecos.

La película que nunca llegaste a ver, la poesía que nunca llegaste a sentir, el filósofo que nunca llegaste a detestar.
Mil cosas por hacer y mil cosas que olvidar.

Pero ahora brindas al sol entre grandes risotadas, te sientes satisfecho de tu nómina. Ahora te escudas tras tu pseudointelectualismo y sueñas con soñar.

¿En qué momento se seca el barro?
¿En qué momento el "yo" se hace "YO"?
¿En qué momento la risa se vuelve regalo?
¿En qué momento el amor ya no es sólo amor?
¿En qué momento te empezaste a sentir cansado?
¿En qué momento pasaste a ser tan sólo un burgués?

3 comentarios:

  1. No creo que sea una cuestión de burguesía...

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  2. Con el paso de los años uno deja atrás muchas cosas buenas, pero también gana otras que antes no tenía. En cierto modo sí, uno se acomoda y pierde la ilusión y la capacidad de maravillarse que tenía de niño, pierdes parte de esa magia, pero también aprendes a disfrutar de las cosas de otra manera.

    En fin, a uno siempre le da un poco de miedo envejecer y convertirse irremediablemente en aquello que antes tanto le repugnaba, pero son simplemente prismas distintos desde los cuales vivir la vida. Eso, y que, quiero pensar, uno no tiene que renunciar por completo a determinadas cosas, no si sabe mantenerse fuerte y firme ante sí mismo.

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  3. Mi madre siempre hacía ese comentario al ver a la gente de su edad: "cómo se han aburguesado"...jur.

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