lunes, 23 de mayo de 2011

3.-SOPA


-Sari, cariño, dame el plato.-dijo distraída.

Alicia torció el gesto al ver la mesa vacía, y giró la cabeza:

-¡¡AISHA!!¡¡la mesa, no te lo digo más!!
-No me eches mucho, tía...
-Come, coño, que estás en mi casa.

Apenas había hablado desde que entré en su casa, le daba vueltas a la cita de aquella tarde. Tal vez me estaba precipitando, ese tipo era un extraño cualquiera, incluso podría ser un asesino en serie.

-¿Está todo bien?

Alicia llevaba traje azul y unos altísimos tacones rojos. Totalmente maquillada y arreglada, hacía despliego de una pulcritud que contrastaba bastante con el desorden de la cocina. El cazo se quedó a medio camino entre la olla y mi plato al oír la respuesta.

-No.
-¿No?
-No, ayer fui al médico.
-¿Y?- volvió a girar la cabeza con cara de muy mala leche-¡Aisha!

Evité mirarle a los ojos.

-Tengo cáncer, Alicia.
-¿Qué?
-Cáncer.-La sopa cubrió lentamente al plato-Y chungo, me voy a morir.
-Anda ya...-dijo con sonrisilla forzada.

Pobre. Supongo que querría escuchar que era una broma pesada. Y yo tengo miedo, estoy aterrada, pero también sé que no puedo hacer mucho. También sé que estoy a punto de venirme abajo, necesito contárselo a alguien... y ella era la candidata
perfecta: "oír, pero no escuchar" nos decían en el cole. Sin decir nada, le miré a
los ojos. Ella cerró de golpe la boca.

-¿Y Pablo?
-Pablo no sabe nada, no quiero que sepa nada. Me quedan unos meses.
-¿Estás segura?¿y radioterapia, medicina alternativa? no sé... cualquier cosa. El padre de Raquel tuvo un linfoma hace unos años y está hecho un chaval.

“Hecho un chaval” significa tener un bonus de marcapasos y botella de oxígeno.

-No. Está avanzado, cualquier terapia agresiva sólo hará que pase lo que me queda calva o hecha una mierda en el hospital.
-¿Y qué vas a hacer?
-He dejado el trabajo, tengo algo ahorrado.
-¿Qué?
-Tía, me voy a morir, qué coño importa.
-¿Y si te equivocas?
-No. ¿Ves esta fresa? Pues tengo una así de grande y hermosa en la cabeza.

No supo qué decir.
Cogí mi plato y me acerqué a la mesa mientras Aisha ponía la mesa.
La conversación quedó suspendida mientras almorzábamos.
Sopa, pescado al horno y pan.
La niña no quería comer, y Alicia le pegó varios capones mientras le daba la papilla al pequeño, sentado en una sillita.
Niños."La alegría de la vida", dicen.
Menuda llantera. Qué dos tortas le hacen falta.
Me alegro de no haber tenido hijos.
Al terminar, me levanté para recoger la mesa y Aisha aprovechó para escabullirse a
ver los dibujos. Limpiamos la cocina: platos, vasos, mesa, suelo... todo en silencio, yo tampoco sabía de qué hablar. Alicia a ratos levantaba la cabeza para hablar, pero la volvía a bajar en silencio.

-Me he metido en una página de contactos.
-¿Internet?
-Sí, quiero conocer a gente.
-¿Y Pablo?

Reí entre dientes.

-Cariño, no quiero morirme con telarañas.
-Zorra.
-Ya, pero no soy la única zorra infiel del mundo.- sostuve en alto un pepino y le hice un guiño- ¿Por qué no te unes al club?
-No me jodas,que no está el horno para bollos.- encendió un cigarro seria- El martes Roberto llegó con la espalda llena de arañazos.
-Uh... estamos "fiera", ¿eh?
-Hace meses que no me toca.
-Vaya.-al ver que aguantaba las lágrimas, me acerqué a tocarle el brazo- Coño con Roberto, ¿y qué le has dicho?
-Peleamos, dice que se lo hizo en el gimnasio -ríe- me toma por gilipoyas, nena, pero yo sé que es la puta de la secretaria.
-¿Y qué piensas hacer?
-Lo dejo. No hemos hablado de dinero, ni de los niños. -controló que seguían hipnotizados con el televisor- Pero Sari... le voy a sacar hasta los ojos.
-Bueno, si estás segura, hazlo.
-No voy a pasar mi vida limpiándole los calzones como una cabrona con cuernos. Y por mis cojones, que de mí se acuerda pa' to' su vida.

Pobre Roberto, la cara de Alicia me acojonó hasta a mí. Intenté cambiar de
tema, le pregunté por sus clases de pintura, y poco a poco se le borró la cara de asesino sanguinario.
Seguimos hablando de nuestras vidas. Mi "bombazo" parecía haber creado la necesidad de recordar cómo nos conocimos, de ver cómo había pasado el tiempo: yo trabajando por fin de lo mío, ella con un hogar y tetas nuevas.

No sabía cómo explicarle, cómo contarle lo que sentía.
Les iba a echar de menos.

A ella.
A mi padre.
A mi gato.

Cada vez me cuesta más centrarme en conversaciones superficiales, tal vez sea porque voy cuenta atrás. Tic,tac,tic,tac... el tiempo se acaba, Sari, ¿qué haces hablando de ropa?¿sabes ya qué ropa llevarás en tu funeral? Tengo miedo, mucho miedo: era tan joven, dirán. ¿Qué he hecho mal?¿Tal vez el tabaco?¿Ser atea y comunista?
Sólo pienso en cuerdas, en extraños aparatos y cuchillas. Aquel oscuro mundo
del sadomaso me estaba sorbiendo los sesos poco a poco. Me siento como una cáscara
vacía, me siento tan incompleta.
Frases como "camina a mi lado" o "sé lo que quieres" rondaban mi mente
continuamente. Tipos que parecían saberlo todo,que parecían estar por encima de todo esto.
Casi rozaban lo espiritual,casi no parecía haber una componente sexual.
No es sexo vacío, no son cuerdas o látex lo que busco. No busco respuestas, no busco amor ni dolor.
Pero algo, algo debe haber ahí que me llene.


Flotar.
Flotar ajena a todo y todos, buscar por mí misma una felicidad que he sido incapaz de encontrar. Me pregunto qué se me escapa,qué pieza me falta. Dicen que un "Amo" guía, que un "Amo" te enseña a "cruzar fronteras"... que te cuida.
¿Y si fuera eso lo que necesito?

-He conocido a alguien.
-¿Un tío?
-Sí.
-¿Cómo es?
-No lo sé, es del chat, un "Amo".
-¿Qué?¿Pero estás tonta?
-Ali, ¿qué es lo peor que me puede pasar?¿que me mate más aún?
-No es eso niña, pero es que no sabes nada, puede ser un loco.
-También puede serlo alguien que conozca en un bar.
-Ya... pero...
-Voy a quedar hoy con él.
-Ten cuidado.
-Lo sé.-me levanté con pereza de la silla- Ya me voy, cariño. Dale un besito a Roberto. O un par de hostias.

Rió y me abrazó con fuerza, y mientras me acompañaba a la puerta no cesó de repetir que tuviese cuidado, que mirara lo de la quimioterapia, que le llamase por la noche y no sé qué más.
Cerré los ojos al pulsar el botón del ascensor. Ruido de engranajes. Pequeña sacudida al llegar, suspiro al salir del cubículo.

Veo por el portón a una mujer que tira de un niño de unos 4 años(supongo que el hijo), que berrea sin parar cuando le coge por el brazo.

Estoy loca. Debe de ser un cerdo.

El espejo que hay frente a mí me dice cómo soy.
Qué cansada parezco en el cristal. Bajita, piel blanca y pelo castaño.
Últimamente he bajado peso, supongo que tanto cagar y vomitar es lo que tiene. Y no me quejo. Tras años de dieta, por fin me parezco a una de esas escuálidas modelos. Ahora me acerco mucho más a uno de esos inalcanzables cánones de belleza, y me reconozco una cara bonita: ahora más perfilada, pero dulce, de ojos grandes y labios carnosos.

"La mirada es el reflejo del alma" dice el refrán, y desde que sé todo esto busco cada día en el espejo la respuesta. Hay ojeras (cansancio), hay lágrimas (tristeza). Pero también Hay dos cejas que intentan unirse: queda curiosidad, casi candor aún a pesar de mis 31 años. Hay mucho, tanto por saber, tanto que dejé por estudiar... por vivir. Como si esto fuese eterno.

Llevo un chaleco rojo y unos vaqueros.
"Quizás vaya demasiado simple", pienso mordiéndome el labio.
Qué más da.

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