sábado, 30 de julio de 2011

Adiós, adiós.


-Pedro, ¿no te cansas nunca?
-¿Cansarme?- él mira la caja medio vacía- ¿con todo lo que queda?
-Un día de estos nos pillarán, tío.
-Anda, Luis, no me jodas.- Enciende un cigarro- Llevamos toda la puta vida subiendo a esta azotea, es el símbolo de nuestra infancia.
-Deberíamos emborracharnos en un bar, como todos, y dejar de tirar globitos de agua.

Pedro estalló en carcajadas al pensar en aquella posibilidad. Sabía que hacía tiempo que aquello era algo "rarito", con 18 años ya nadie espera que se suba a la azotea de su abuela y "juegue" a molestar a los viandantes.

-No te engañes, Luis.- Sonríe él, observando de cerca una de las esferas azules- Hace tiempo que esto no son globos.
-Ah, ¿no?
-No. Mira, -le da el azul y coge otro rojo- ¿Sabes qué es esto?
-Una putada.

 Le mira extrañado.

-¿De veras no ves lo que hay?
-¿Qué cojones voy a ver, Pedrito?
-Mira bien.

Suspira, e intenta ver algo más.
No hay imperfecciones, ni son de una marca concreta. Tan sólo son globos, rellenos con su contenido habitual. En el suelo de la calle yacen los numerosos restos, avisando a cualquier viandante espabilado que cambie de acera. ¿Qué más hay?

-Estás mal de la cabeza, cada día estoy más convencido. Sólo son globos, y ya no somos unos críos, tío, falta un mes para entrar en la universidad.
-¿Así que sólo ves globos?- pregunta decepcionado.

Luis se impacienta, y tira uno a la pared de enfrente.

-Estás flipado.

[...]

-Tienes razón.- Suspira- ¿Vamos al bar de abajo? Ponen buenas tapas.
-Sí, -sonríe aliviado- me apetece un litro.

Los chicos bajan las escaleras bromeando ruidosamente, pero sólo uno de ellos es consciente del fin de "algo".

Tal vez debiera cambiar. Tal vez debiera contarle a alguien que escucha voces en el armario, que secretamente fantasea con prenderle fuego a la casa con todos dentro. Sucios.

La etapa de la vida que los había unido y hermanado había acabado. Él sabía bien que no iba a poder seguirle el paso a su colega, no quería, no podía dejar su cuarto. Él no iría a la universidad, no tendría novia. La mera idea de conocer a gente le causaba pavor... ¿Cuándo se había convertido en un tarado?

-¿Que vas a hacer el viernes?
-No sé. Estaré en el garaje.
-Empanao',vente a "La Matraca" conmigo, la amiga de Marta quiere conocerte.
-Paso.
-Tiene un polvo.
-Déjalo.
-Bueno, como quieras.-una palmada en la espalda- Nos vemos, tío.
-Agur.

Ya en la seguridad de su cuarto se relaja, y enciende otro cigarrillo.

"El azul era mi padre. El rojo Don Ignacio."

No es un juego, sólo un alivio, su manera de exorcizar los demonios de esta habitación. Pedro tenía miedo de sí mismo. Se sabía un monstruo, se temía y laceraba en secreto. Incluso había vuelto a rezar (por si Dios le escuchase).

-"Ya no somos críos"- repite.

Apaga el cigarrillo en su pierna, ahogando un gemido.

- Ya no somos, no somos, no somos, no somos...

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