sábado, 22 de mayo de 2010

Barbacoa


¿Qué me mantiene despierta?
Piensa, piensa, piensa.
Hay un maldito conejito de duracel en mi cabeza.
Carne retorciéndose, resbaladiza, viva.
¿Cuándo se pierde la inocencia?
¿Cuándo la crueldad infantil deja de ser un juego?
Fe. Es la contraposición a todo lo demás.
Algo puro.
Pero no es cosa de niños, sino de viejos.
¿De dónde sale?
¿Miedo a morir?¿A cambiar?
¿Realmente no hay reservas?
¿Y por qué no me sirve?
¿A qué me agarro yo cuando la carne se torne fría y amarilla?
¿A Darwin?¿A la almohada?¿De nuevo a un cupón?

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