sábado, 18 de junio de 2011

Geopoetas


Óxidos, entramados cristalográficos y grandes llanuras.

Ya hace calor, me cuesta seguir el ritmo de la clase.

"La próxima vez traeré protección solar", pienso, planificando el arsenal de la siguiente mochila.

Alguien habla de bocadillos de chorizo y nocilla, otros pocos destrozan con un palo la entrada de una madriguera. Conversaciones ligeras, triviales. De vez en cuando, asiento y suelto algún comentario igual de vacío.

¿Seguro que no estamos en Marte?

Hermosa geología: el interesante viaje desde las partículas subatómicas a la totalidad del universo conocido, la capacidad para asimilar la verdadera magnitud de los procesos a lo largo del tiempo. La huída total del solipsismo, un tirón de orejas para los atareados ratoncitos en sus madrigueras.

Sin darme cuenta, me pierdo intentando recordar las mil y una explicaciones científicas que colocan cada piedra en su sitio, meros palos de ciego de gentecilla arrogante y controladora (siempre casualidad vs. causalidad).

¡Anímense, señores! ¡El tejido de la realidad al alcance de nuestras manos!¡y sólo por 14,90€!.

Me vienen grandes, tengo que reconocer. Me afano intentando recordar algún punto de la teoría de cuerdas ("ahora aquí, ahora allí"), pero sólo queda queda algún flashback con cabezas de extraterrestres de un documental del Discovery Chanel. Jordi Hurtado tan sólo pasaría al siguiente concursante.

-Y por lo tanto, serían...
- Filitas- respondo aburrida.
-Sí, filitas. Y...

[bla,bla,bla]

Porque tú no me cansas.
Ellos sí.

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